Estaba en una difícil prueba en un avión sobrevolando los cielos de algún lugar de este mundo, y en la cual nos exigían mantener cubiertos unos puntos de cera ke estaban impresos sobre una cobija blanca, el ke no lo lograra se atenía a las consecuencias ke nos dictaminaba una hermosa juez de carácter frió y rasgos asiáticos y kien nos explicaba ke el objetivo de aquella penitencia era la de ver cuanto nos interesaba nuestra vida. A la final todo resulto en extrañas consecuencias ke no recuerdo, pero ke termino en una discusión en la ke yo robaba la pistola de la jueza y salía al escape suicida de aquel avión, saliendo por la puerta y dejándome caer por los aires ke estaban invadidos por una cantidad moderada de globos, al parecer de algún concurso de estos, y en el ke se podía apreciar globos de distintas formas y colores. Me dejaba caer por los aires escapando de la jueza ke me seguía en la caída, y yo por deshacerme de ella, le apunto con la pistola a la cien y le disparo en un certero balazo ke marco todo el centro de su frente, pero ella aun agonizaba y deliraba con una serie de advertencias acerca de la caída, ke si no me dejaba a ayudar, los dos moriríamos. Vi a donde íbamos a dar, un lago de un pueblo de corte veneciano, me confié y no le hice caso a la jueza, terminando en un fuerte chapuzón en el agua.
Ahora me encontraba en una ciudad de corte veneciano, donde me saludaba un viejo con su nieta preocupado por mi estado, “si no me había hecho daño” preguntaba y ke dificil era sobrevivir a esa caída. Le dije ke estaba bien, y sali del canal para dirigirme a un bajo barrio en donde me esperaban en un apartamento de un viejo y pobre edificio. Me recibieron afablemente, me ofrecieron víveres, y pues a continuación me presentaron la maquina del tiempo. Me enseñaron como usarla, me dieron algo de equipaje y las buenas suertes con el viaje.
Primero pase por
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