Ya, admitámoslo: los dos extremos son igual de peligrosos; los dos extremos pueden llegar a ser igual de hijueputas. Así que lejos de un trasnochado discurso de género, nos limitaremos a disfrutar de todo aquello que la naturaleza nos brindó, y como no, aprovecharemos los atributos que nos hacen una especie interesante ante los ojos de muchos. El agudo encanto de las féminas y la brusquedad de algunos caballeros, son protagonistas en este cautivador enfrentamiento entre filmes, en donde no nos interesa tener un ganador, sino, una espectacular interacción entre dos caracteres que se manifestan desde la carne que identifica su sexo. Igual de agresivos, igual de astutos, igual de frágiles, igual de letales. Son rompecorazones, ya sea que lo hagan a puño, espada o bala: harán y desharán para salirse con la suya, el límite solo lo impone la voluntad de su genio. Fatales y patanes, que mejor convenio.
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