No hay departamento antidrogas que pueda detenernos esta vez, pues que las calamitosas sustancias psicotóxicas, psicoelectrónicas, psicosexuales y psicoextraterrestes que les ofrecemos en nuestro escenario, están a un margen imposible de controlar por autoridades competentes, sobretodo cuando desconocen las intrincadas redes paranormales del narcotráfico. Sin embargo, el destino es malicioso, y los consumidores, incautos. Los efectos no se hacen esperar: Lucecitas, psicodelia, sentidos alterados, extrañas alucinaciones, rayos saliendo de sus cabezas, pistolas brotando de sus panzas y cuerpos derretidos en un colorido charco. Inevitables e infortunadas consecuencias que acompañan el ejercicio de estos particulares vicios, a los cuales solo conoceremos en la pantalla.
Para finalizar, unas recomendaciones: Los excesos destruyen, la experiencia es intransferible, y si de recomendar hábitos se trata, el ver compulsivamente cine, es uno de los más estupendos vicios que se pueda tener. Así que, si va meter, métase algo bueno: meta puro cine…Be. Y válganos la redundancia.
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